A
menos que nos tomemos en serio lo reflejado en El Lorax, seguiremos tan vivos
como hasta ahora.
Que
si parece una historia un tanto trillada, sí. Igualmente actual. Si se trata de
resaltar y reconocer el trabajo
educativo que claramente intenta transmitir la cinta, lo hicieron. Francamente,
por iniciativa propia no la habría elegido para verla, más como no se trataba de si estaba o no dispuesta, me vi en
la necesidad de asistir al cine.
No
por eso, por la no libre elección, significó entonces un reparo ante el título,
temática o tratamiento. Al contrario, fue interesante adquirir un boleto para
una película infantil.
A
lo largo de la proyección, constantemente me asaltaban pensamientos de recomendar
a las educadoras que conozco que llevaran a sus alumnos para apreciar la
película que, sin duda, les enseñaría una lección.
Ubico
en El Lorax una historia posible, una amenaza latente y, si nadie hacemos nada,
una probabilidad fatal. Nosotros los ‘grandes’, los adultos ya sabemos a qué
nos estamos arriesgando, Y ¿Entones? ¿Cuándo haremos algo para frenar la inminencia.
En
realidad, sí me visualicé comprando garrafones con aire e inflando la vegetación
que adorna el frente de mi casa. Pero también acepto que me daría a la tarea de
buscar la trúfula y sembrarla, tal y como lo hizo el enamorado.
Subliminalmente,
se trata de una película cuyos términos obedecen a la publicidad: mercado meta,
necesidades, incentivo, etcétera. Ya que hablamos de publicidad, durante toda
la película recurren al verde, ya sea en paredes, vegetación (claro), accesorios,
ambientación, y en la vestimenta,
sobretodo al final cuando todos ansían plantas la última semilla de trúfula.
Siendo
que se trata de una película con un mensaje de forestación y preservación, de
defensa y cooperación, es una temática ideal para los más pequeños. En este
momento, el punto abordado tiene un alto
grado de validez, ya que nos estamos acando los áboles y demás recursos. A menos
que nos avoquemos a la construcción y preservación d ela naturaleza en vez de
destruírla y maltratarla.
La
recomendación que utiliza la empresa del
señor de los aires, a modo de eslogan, está hecho a la medida: “respire con
moderación.” ¡Faltaba más! Va a resultar que en unos tantos años nos cobrarán
impuestos hasta por la cantidad de aire que respiramos, y que inhalar oxígeno
del vecino es invasión.
Por
otro lado, una vez que me estaba emocionando con lo que pasaría cuando la
semilla hubiera sido sembrada, resulta ser que la película llegó a su fin.
Inesperado final. Me habría gustado
ver
de nuevo el campo colmado de trúfulas, con la nueva vida de los amínales que
años atrás habitaban el sitio. Pero no. Sin previo aviso más allá d ela bajada
de El Lorax, la película me dejo un vació en mi imaginación.
Aprendí
a respetar la naturaleza y todo lo que la compone. Además, me quedo con que una
sola semilla, un solo grano puedo cambiar el destino y dirección del mundo
actual. Así que como dijera aquel, “Cada quien a poner su granito de arena”.
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