Por Lolita Cuevas-Avendaño
Formidable, increíble, excelsa. Esos son sólo algunos de
los calificativos para describir a la película de Amadeus, donde Wolfie encarna al grande de los clásicos:
Wolfgang Amadeus Mozart.
Tan sólo me detengo un momento para prestar detalle al
maquillaje, al vestuario, a la utilería, a las actuaciones. Destaco y remarco
por sobre todas las cosas el vestuario y caracterización de cada personaje.
Esas peluca s enmarcan perfectamente el cómo vestían en aquellos años.
Para mi pesar no tuve la oportunidad de ver la película “empezando
por el principio” (malditas enfermedades) sino que la empecé a ver a partir de
la segunda mitad. Naturalmente y por obvias razones más tarde vi la parte que
me había perdido, en solitario, mas me resultó igual de fascinante cada
sensación transmitida.
La utilería utilizada en cada cuadro era el preciso para
señalar la época de la que se trataba. Soy admiradora asidua de las
antigüedades, desde un plato de porcelana hasta un juego de aretes. Me encanta
también el porte de las chicas ‘antiguas’ de tal suerte que ubico en la esposa
de Mozart esa definición dada, recaída sobre ella.
No quiero siquiera echar números para calcular el costo
en efectivo de los vestuarios. Pero tengo una solución
para que resulte un poco más viable y agradable para la economía de nuestros
bolsillos. Alguna vez, de visita en una tienda de antigüedades con mi
amigo Samuel me compartió que estaría
dispuesto a invertir en la compra de mucha ropa de segunda mano, de la más económica,
para tener diversidad en un ropero destinado a grabaciones futuras.
Me pareció por demás fabuloso también apoderarse de
utilería de todo tipo para arreglar lugares ambientados ya sea en época actual
o pasada.Y si de iluminación es el asunto, más vale estar prevenidos con más de
uno de repuesto para que no nos sorprenda el fallo de algún foco.
En la cinta, la musicalización está divinamente colocadaen
los momentos justos: suaves cuando es todo paz y tranquilidad; y ‘explosiones’
si se trata de momentos con tensión, ya sea explícita o latente.
Para cerrar con broche de oro, me pongo de pie para
aplaudir las escenas donde combinan al ballet con la obra. Los disfraces, las
piezas y las caracterizaciones se llevan las palmas.
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