lunes, 17 de diciembre de 2012

Los olvidados

Por Lolita Cuevas-Avendaño
 

Desde el primer minuto de la película, transcurren una serie de imágenes que refleja claramente la vida en los arrabales de la ciudad de México durante la década de los cincuentas.

Hay polvo y olvido, mediocridad y tristeza, zozobra y angustia. Ese era el pan de cada día de aquellos años en las colonias de la periferia de la ciudad capital del país.

A diferencia de las telenovelas actuales que se realizan en México, producidas por Azteca o Televisa, Luis Buñuel dio en el clavo al ser inclusivo con la clase baja en sus películas, como muchas más de aquella época. Personajes como Pepe el toro, Tizoc, los tres huastecos y la Tuzita son el vivo ejemplo de representación de la clase baja en la pantalla grande.

Los paisajes son típicos de pueblos mexicanos, con casas de teja y paredones pintados con pintura de cal. Una vez más me angustié más de una vez con la presencia de casonas sin alero, lo cual despierta una inexplicable angustia a nivel personal.

Una cinta cruda y realista, desgarradora y atroz, en la que no hay hermandad, respeto ni camaradería entre los que deberían ser cómplices y amigos aliados. En general es una historia triste.

A pesar de ser una historia ubicada en la década de los cincuenta, desafortunadamente no hay tanta diferencia con la actualidad, donde los pequeños son vulnerables a caer en incitaciones por supuesto negativas, para cometer fechorías, sin medir las consecuencias.

Podrán pasar muchos años, pero será un tema y una realidad que difícilmente se podrá erradicar de los barrios bajos de la ciudad de México.

Me sorprendió abruptamente la técnica de montaje para representar el sueño del personaje, donde además del  efecto creado a partir del mismo, es acompañado por música con sonidos metálicos, que se asemejan a lo que creemos escuchar cuando tenemos una pesadilla.

Por la historia, la influencia y las técnicas, la califico con

*****

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario