lunes, 12 de diciembre de 2011

Arte y sociedad


Arte y sociedad
Por Manuel Castelán

El hombre, con su facultad de razonamiento sólo puede comparar y juzgar lo que ya ha percibido, William, Blake. Es difícil tratar de juzgar algo aún no visto, menos categorizarlo; por tanto se le tiene temor, sobre todo en un ambiente poco seguro y no controlado. Así el arte se ha desarrollado con temor entre los individuos, pues no se atreven a declararlo ni a mostrarlo como tal pues al mostrarlo muestran la esencia de su persona, su ser, su alma.

Mostrar el alma es aventurarse a que alguien la dañe, le produzca una herida y le impida volver a salir, existe el riesgo, y el éste es cien por ciento desconocido, algo que produce temor. Por eso el hombre no deja salir la expresión natural del alma y la protege como algo íntimo, escudándose en optar por el arte industrializada o plasmada por otros, por seguir la corriente artística de otros, sin proponer algo nuevo.

No se puede pensar en la cultura como acumulación de tesoros en el museo. Desafortunadamente así se ha mostrado en la mayoría de los países con ideologías de acumulación de bienes o capitalistas. La cultura no es algo que se pueda encerrar o encasillar, mucho menos etiquetar y guardar en una bodega o hacer réplicas culturales de los acontecimientos sociales para mostrarlas en exposiciones y mantenerla para la posteridad.

Jamás un antropólogo sabrá a ciencia cierta, o con bases netamente científicas qué fue la cultura de Egipto, o del imperio azteca en nuestro contexto, pues no se encuentre bajo los mismos parámetros, sino que se rige por los parámetros actuales, que presentan ciertas carencias frente a lo desconocido y lo pasado.

Al realizar un recorrido histórico de la cultura, se percibe que esta es quien se va acumulando en la sociedad. Es la misma sociedad la que va dando la marca cultural en cada hombre, es quien construye la sociedad y sobre todo le da identidad y participación real en la vida individual.

El arte se presenta como una realidad paralela a la realidad del hombre. Este va construyendo pero el arte se va reconstruyendo a la par, como la sombra de lo que realiza el mismo hombre, y podemos decir que cada cosa que realiza se convertirá en arte, como manifestación de su poder creador y su habilidad de convertir la naturaleza y adecuarla. El hombre es pues, parte del arte, como origen de ésta y moldeador de sus realidades.

El arte afecta al individuo, pero también se ve afectada por el mismo, el arte también se presenta a sí misma con existencia, pero siempre, y en cada ámbito con una conexión social que le permite seguirse generando en cada individuo y actualizándose en cada uno de ellos. Es el arte una realidad alterna sí, pero que tiene su origen y su fin en el propio hombre, en su ser y expresión real.

No es arte y sociedad sino arte dentro de la sociedad, el “y” conjuntivo sólo puede llegar a entorpecer la concepción de arte y confundir al individuo más que a unificarlo con el arte. No es la división paralela lo que aleja al hombre del arte esencial, sino la poca conexión que hay entre ellos que no permite ir más allá de lo social y tangible. Pues es el propio individuo quien le da un contenido esencial al arte.

En la cultura se manifiestan las concepciones reales del arte. Arte como unión semántica es la acumulación de cultura y significaciones humanas, que le darán una concepción especial al arte. Somos constructores del arte y esta lo es de la cultura. La cultura es parte de la sociedad, y lo que le da identidad a un pueblo, a una comunidad. La relación entre simbolismo y arte es dado propiamente en la cultura, cada ser humano parte de ahí para poder darse a sí mismo una identidad y poder proporcionarla a los demás, si cada ser se hace parte de la cultura es porque cada ser es cultura en sí mismo.

La cultura es netamente social y se vale de múltiples cualidades para ser cultura. El ejemplo más fácil de significación cultural es el lenguaje. La palabra es propia del hombre y la significación lingüística da a cada ser una ejemplificación de la realidad circundante. Esto por medio de la relación simbólica de la razón, la voz y la realidad. Esto es cultura, es más, es inicio de la cultura, el desarrollo del habla ha sido parte de la misma cultura.

En nuestro contexto podemos citar algunos ejemplos de lo que ha sido la cultura y la sociedad unidas en el arte, o al menos como significación del mismo ámbito. Primeramente ponemos a las celebraciones de los fieles difuntos, sobre todo en el estado de Michoacán, aunque hay muchos más estados que lo conmemoran, este es un ejemplo concreto.
La misticidad que se presenta es sumamente peculiar, se conjuga la tradición con la representación de un pensamiento claro sobre lo que es la muerte, y la cultura de México. Es parte de la identidad de un pueblo, de una región en especial. Cada elemento es único, la flor, la comida, los aromas, las luces, los ritos; son parte simbólica y presencial de lo que se piensa, el camino en el mundo, la trayectoria al inframundo, es parte total de la cultura de un pueblo, incluso de una nación que piensa en la profundidad del ser con una conexión más allá de lo real.

El siguiente ejemplo es la devoción a las imágenes de “los santos”, lo que también se conoce como santería. Muchas regiones en México lo practican pero en especial quiero hacer referencia al Distrito Federal, donde se tiene una concepción de totemismo desvirtuado, a la imagen se le da un cierto poder mágico, como amuleto de buena suerte, donde sólo al portarlo es garantía de su protección.

El simbolismo queda marcado por toda una cultura. Influenciado por la práctica de adoración a los ídolos antiguos, y puesto por la veneración a las imágenes del culto católico, la fluctuación entre ideologías poco asimiladas da como resultado todo un cúmulo de variaciones a la devoción del pueblo, que lleva a percibir a las tradiciones como raíz de la nación.

Cada tradición está enmarcada por la necesidad de esa comunidad, pues esta la misma que proporciona y aporta los elementos que le dan cultura a cada región. La santería es también parte de la sociedad,  y forma su cultura, existen pues múltiples participaciones y demostraciones artísticas que dan relieve a estas concepciones; cómo no pensar que los enormes arreglos florales que ofrecen como tributo a los santos son parte del arte, con embellecimiento de la realidad, no es sólo el ofrecer flores, es ofrecer las mejores y de la mejor forma posible. Es cultura, arte y misticidad unidas en una sola manifestación.

Por último podemos dar de ejemplo a la liturgia, es decir, el culto público de las comunidades o iglesias cristianas. Las iglesias basadas en el protestantismo, o en los cismas católicos, no presentan una liturgia tan impresionante como la manifiesta el culto católico, o el culto ortodoxo. Cada uno de los elementos tiene un simbolismo, una representación que da un entender. Como ejemplo está la procesión, la entrada ritual donde va quien preside la celebración y sus auxiliares, ejemplo del caminar del hombre sobre la vida terrenal para llegar a una vida divina. Muchos, por no conocer, hacer aseveraciones incluso racionales, sin embargo, al adentrarse a cada elemento simbólico da una visión más profunda de lo que cada hombre realiza.

Al menos estas celebraciones tienen más de mil años de venirse celebrando constantemente y enriquecerse con las aportaciones de quienes entienden está significación. Agréguese a esto el uso de recursos materiales que le presentan belleza a este hecho, la ocupación del arte en las comunidades cristianas es impresionante, que no se puede enumerar en un simple trabajo de reflexión.

Si bien estos ejemplos son del ámbito religioso, no se pretende decir que sólo en ellos se da esta manifestación de la cultura, sino en todo lo que realiza el hombre y que va acorde a su naturaleza. No podemos decir así que un asesinato fue realizado con arte, sólo por el simple hecho de que se realizó con dedicación, como forma de impresionar. El arte lo realiza el hombre y en él manifiesta su esencia.

Las complicaciones que puede presentar la sociedad con respecto a la cultura y al arte estarán enmarcadas en  las concepciones erróneas que se tienen sobre la misma. Los prejuicios, las influencias consumistas o de producción, las tergiversaciones y sobre todo el tiempo y el espacio, que no permitirá conocer al cien por ciento la realidad de las cosas, ni lo que sucedió ni lo que sucederá, de una manera exacta.

Principalmente, lo que se tiene de deficiente es el modelo apropiado a la cultura contemporánea. No se puede encasillar a la cultura con las propias concepciones de un lugar en específico, por ejemplo el ambiente de México no se puede comparar con el ambiente de Italia, o la cultura Inca no se puede comparar con la cultura mesopotámica, ni la griega con la sintoísta. Cada cultura tiene identidad, y esta se manifiesta en cada individuo, el problema comienza cuando el individuo quiere clasificar a otras culturas bajo sus propios patrones de medida y así declarar si es importante o no, mucho menos si es buena o mala.

Si nos detenemos a analizar cada una de las partes de la sociedad, descubriremos que no es su valor el darse a conocer, hay muchas comunidades con un valor exquisito en arte y en símbolos que enriquecen a la persona que interactúa con ellas. El problema es el opacamiento debido a las concepciones erróneas y los prejuicios que se tienen respecto al arte en ellas, es decir, se les resta valor. El arte en la sociedad se defiende por sí mismo, pues la cultura le da el valor de identidad.

Por Manuel Castelán CC501


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