lunes, 13 de febrero de 2012

Cine oscuro


¿De negros?


Por Lolita Cuevas-Avendaño


Ya no funciona así. En el pasado, no tan lejano, en las películas aún se identificaba a los negros como salvajes, brutos, peligrosos, semejantes a una fiera incontrolable. Eran los malos. Hoy ha quedado fuera de foco tomar tan a pecho tal consideración. Les doy toda la razón.
La violencia y el ataque no es exclusivo de las personas llamadas ‘de color’. Igual mata alguien moreno, que alguien blanco, morado, verde, amarillo, azul, transparente o tornasol.
En otro tenor de color, mas sí en la misma línea de la tragedia y muerte, abordo el tema del asesinato que interrumpió la carrera de Sharon Tate y acarreó intranquilidad a la mente de Roman Polansky. Como este hay muchos tantos otros sucesos acontecidos diariamente: muertes que se convierten en espectáculos celebrados por los medios.
En realidad, no todos los días se escuchan casos de mutilaciones, torturas o sacrificios como los expuestos en los casos de l muerte de la Dalia Negra, o por los protagonizados porlos recordados con desprecio  Charles Manson y Jeffrey Dahmer.
En principio, resulta un poco perturbador leer cada línea donde se describe con lujo de saña el terror que llevó a cada un de las víctimas a la muerte.
Nada reconfortante resulta sentir a flor de piel el acabose de tal belleza. Me refiero a Elizabeth Short, quien con su belleza genuina a sus escasos 23 años, deslumbraba a cual se le paseara enfrente. No era para menos, si para ser aspirante a actriz de talla grande era lo menos que podía ofrecer.
Más allá, mucho más allá del mundo perfecto, inundado de bellas flores y aromas que adornaban su vida, se encontraría con la muerte. No es extraño que alguien muera, reitero, sin embargo destaca la forma en que fue diferida de esta vida.
Abrumador es la palabra para definir al acontecimiento a la hora de su muerte. ¿Partirla a la mitad? ¿Violarla? ¿Ultrajarla? Y encima de todo, ¿Colgarla? Aquí no externo más que mi repudio a todos aquellos quienes cometen actos de esta naturaleza. Y claramente no son actos exclusivamente cometidos por, con todo respeto, por personas negras.
De haber sido un hecho actual, se habría adjudicado la culpa, casi de manera directa, a la mujer con la que más tiempo compartiera, la más cercana, ya fuera una amiga o la compañera de aspiración y convicción. Esto porque se presumía de un amorío de naturaleza gay. En fin non santa.
Si de actos inauditos hablamos no podemos dejar fuera a los best seller referidos a Dahmer, en donde se escribe con sangre los endemoniados actos cometidos por este monstruo humano, si es que se le puede acomodar este último calificativo.
Mira que coleccionar cadáveres en el interior de tu casa no es nada honorable, más aún cuando hay actividad de necrofilia de por medio.  
Cito: “Fue un activo cristiano que levaba a cabo con obsesión los sacramentos de su fe”. Eso de no obrar con el ejemplo se me hace bastante cercano a la sociedad xalapeña, con eso de que dijo aquel que hay que perdonar a cualquiera, háganos hecho lo que háganos hecho. Igualmente familiar me resultan muchas de la actitudes de alarma que podrían despertar hasta a los más alejados Dahmer en potencia. Sin miedo a que algo de esto ocurra, o más bien, esperando que nada de eso ocurra, restaré atención a cada actitud indeseable, incómoda o evidentemente Dahmera.
Sin hacer más alarde personal, no se trata más que de cine negro, con una dosis desmedida de gore, que además de asesinatos, hacían frente a “las vicisitudes de quienes perdieron amigos en el frente, las tragedias de los mutilados, y el desencanto de quienes encontraron a sus mujeres compartiendo la cama con otros.
Negro por la soledad; negro por la desolación; negro por la amargura; negro por la desesperanza; negro por la oscuridad…


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