lunes, 20 de febrero de 2012

No te daría el trabajo bajo cualquier otras condiciones


Por Sam García Jiménez

Las biopics del cine Hollywoodense son sin duda, típicas, siempre con el mismo estilo narrativo, muchas con las imágenes atascadas de colores y tan fáciles de descifrar aún sin conocer el contexto del protagonista, pero hay algo en J.Edgar, algo entre la fotografía melancólica y sombría, algo entre la dirección de Clint Eastwood y las buenas actuaciones que te envuelven cada vez más.
No me detendré a hablar de la historia del personaje porque sería redundante verla y después leerla, mejor enfoquémonos a lo visual, las actuaciones y demás.
Al terminar la película algunas personas decían que era alguien de admirar por todos su logros en cuestión de seguridad, muchos decían que no era más que una persona ególatra que buscaba ser recordado y algunos otros no paraban de hablar de su relación homosexual.
La narrativa que se utiliza no es nada nuevo, ya se había visto en otras películas, la diferencia yace en las actuaciones y las transiciones que logran obtener con los movimientos de cámara, que sin necesidad de mencionar “corría el año” te trasportan directamente a esa época en la cual los automóviles  eran de unos pocos y que las gabardinas eran usadas a diario sin olvidar la corbato y el sombrero.
La dirección de arte tuvo bastante trabajo, pues tuvieron que ambientar más de 60 años y en todas se puede notar el cambio entre cada época, las casas, las decoraciones interiores y exteriores son remarcablemente buenas, los transportes y los vestuarios fueron perfectamente escogidos buscando ser lo más fieles a los que se usaban entre las décadas de los 20’s y los 70’s.
El maquillaje de la película es asombroso, en muchos casos la transformación es remarcable, pareciera que los años hubieran pasado sobre los actores, dejando sus rasgos característicos pero resaltando la longevidad que los personajes demandaban. El único caso que no parecía tan real era con el personaje Tolson, ya que los implantes plásticos lucían bastante abultados, pero sin observarlo detenidamente podría pasar desapercibido.
La delicadeza que tiene la fotografía de Tom Stern envuelve cada momento de la película, algo que es muy común en las películas de Eastwood es sin duda la tonalidad gris con muchas sombras, además de las tonalidades azuladas y verdosas que en esta cinta no podían faltar, la historia del fundador del FBI siempre fue un tema tabú y no se había tocado con tanta libertad, ahora se hace de una manera que puede tener diferentes interpretaciones.
Los movimientos de cámara dan paso a las distintas transiciones que nos transportan entre los años, siendo guiados por la narración que Hoover manda a taquimecanografiar, pero estas transiciones no serían tan remarcables sin el montaje que se logró al jugar con los encuadres abiertos y los cerrados, la historia de amor está apoyada por esto, ya que nos va demostrando la relación que tienen, pues al principio notamos encuadres abiertos que marcan una distancia amplia entre Hoover y Tolson, pero conforme avanza la película los encuadres se hacen más cercanos.
Tres momentos que son apoyados majestuosamente por la fotografía es cuando pasa Tolson tras la puerta de Hoover, dando la intención de ocultar algo, así como cuando lo deja frente al tribunal y la toma se va abriendo conforme se separan los amigos y  la que marca el destape de la verdadera historia de amor cuando pelean en el cuarto de hotel, el momento justo donde Tolson se encela y Hoover admite su atracción.
La sexualidad de Hoover, pasa a segundo plano dentro de la película, demostrando lo trabajado que estaba el guión antes de comenzar al final, tocando el tema con sensibilidad y no con morbo, esto debe ser aplaudido tanto a Dustine Lance que escribe el guión y a Clint Eastwood, quien al ser el director decide el planteamiento de cada tema, la dirección de Eastwood es remarcable, algo que ya es sello de garantía en las películas que llevan su nombre, la decisión de manejar la trama de modo atemporal, jugando entre el “presente” y el “pasado” logra capturar al público para lograr que nos creamos lo que Hoover dice y al final poder romper todo lo que aprendimos con las confesiones de Tolson.
Sin duda es otra película que vale la pena ver en el cine, pues los guiños al cine de los años 20`s lo hace necesario, el audio, tanto verbal como de apoyo, tienen gran presencia y nos lleva a sentirnos en medio de los años 20`s.
Otra película que anexar a las “que debo tener”.

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