Sam García
Mientras Los siete Samuráis dirigida por Kurosawa que se estrenó en 1954 mostraba un grupo de Samuráis que luchaban por ayudar a un pueblo de campesinos por honor y valor, Los siete magníficos de John Sturges muestra a unos vaqueros, de los cuales la mayoría va para escapar de su soledad en los pueblos y otros con la esperanza de obtener un enorme beneficio económico cuando todo termine.
Mientras Los siete Samuráis dirigida por Kurosawa que se estrenó en 1954 mostraba un grupo de Samuráis que luchaban por ayudar a un pueblo de campesinos por honor y valor, Los siete magníficos de John Sturges muestra a unos vaqueros, de los cuales la mayoría va para escapar de su soledad en los pueblos y otros con la esperanza de obtener un enorme beneficio económico cuando todo termine.
Obviamente,
son muy diferentes estás películas, a pesar de tener la misma premisa de los
siete héroes que se deciden a iniciar un viaje por la libertad de un pueblo.
Pero eso no
lo es todo, en este caso tenemos distintas narrativas, distintos estilos
visuales, musicales y de lenguaje.
En el caso
de Los siete Samuráis, escrita por Shinobu Hashimoto, Akira Kurosawwa y Hideo
Oguni, tenemos una narrativa mucho más lenta que le da mayor peso e importancia
a los diálogos de los personajes, lo cual genera un ritmo más lento en el
producto audiovisual, sin embargo, esto favorece a crear mayor empatía con los
personajes y sus acciones, así como “generar” un vínculo con los mismos al ya
“conocerlos” a profundidad, pues sus diálogos rebelan mucho más de lo que
simplemente se ve en su comportamiento.
Situación
que con los Siete magníficos, escrita por William Roberts y Walter Newman,
hacen a un lado, disminuyen considerablemente los diálogos de los personajes e
incluso mezclan la personalidad de uno para reducir lo que Kurosawa dividía en
dos momentos de personajes diferentes; obviamente el ritmo de esta cinta es
mucho más rápido que el anterior, disminuyendo la velocidad en los momentos de
duelo, algo característico del cine Western para generar tensión.
Las
actuaciones de los siete magníficos, Yul Brynner, Steve Moqueen, Charles
Bronson, James Cobum, Horst Buchholz, Robert Vaughn, Eli Wallach y Brad Dexter,
se me hacen un tanto falsas, a pesar de que sus personajes demandan cierto
nivel de seriedad, pasan a ser casi estatuas todo el tiempo con caras muy poco
expresivas, las cuales cambian solo en el momento de la batalla final, donde
por fin se ve el temor en los ojos de todos, sin saber si podrán vivir un día
más.
Por otro
lado; Toshiro Mifune, Takashi Shimura, Daisuke Kato, Ko Kimura, Minuro Chiaki,
Seiji Miyaguchi y Yoshio Inaba, me muestras más sentimientos en todo momento
del drama, tanto en los momentos de seriedad donde sus ceños se fruncen como en
lo momentos de chistes y confusión, se nota una gama mayor de expresiones
faciales.
La
fotografía de Asakazu Nakai en la cinta de Kurosawa tiene un peso más emotivo y
hasta cierto punto, filosófico, pues no se muestra a los samuráis como
entidades aisladas en encuadres cerrados, en realidad tienden a encuadres
abiertos mezclándolos con lo que los rodea, estando perdidos pero uniéndose a
un grupo que poco a poco va cerrando las tomas a encuadres medios cuando se
reúnen, denotando esa cercanía entre los 7 héroes de oriente.
Caso
contrario en la fotografía de Charles Lang, donde apoya al ritmo de la cinta
con los cambios de encuadre que son más comunes, al ser cinta a color pueden
jugar más con el sentido de la temperatura color que es amarillento para
transmitirnos esa sequedad del desierto.
Los
encuadres en esta cinta van variando dependiendo del momento con mayor
frecuencia, en este caso es más común ver médium shots o los típicos American
Shots para este género cinematográfico.
Los planos
detalles en esta cinta tienen mayor presencia, sin embargo son subordinados por
los encuadres medios que de nuevo marcan la unión entre los personajes.
No podría
preferir una ante la otra, pues las dos cintas comparten una fuerza fílmica
impresionante, son películas obligatorias para mirar y como lo hacemos en este
momento, comparar, no con el fin de encontrar la mejor o peor, sino para ver
las diferencias de las producciones orientales y occidentales, esta última con
mayor recurso económico y facilidades para su realización y proyección
alrededor del mundo.
Pero
Kurosawa se corona como el portavoz del cine japonés al extranjero con esta y
otras de sus cintas que sin duda se vuelven parte de la cátedra en toda plática
de cine.
Califico a
las cintas con *****
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