Por Lolita Cuevas-Avendaño
Tal pareciera que Ringo
Star nación para ser Atouk, protgonista de “El cavernícola”, realizada en México en 1981. Lo anterior lo
acoto a partir de las innumerables risas que me arrancó con su actuación, sea
porque está secretamente enamorado o porque le llega su instinto valiente y se
atreve a enfrentar a un temible dinosaurio.
El Cavernícola es un largometraje
que fue rodado en los estados del norte dela República Mexicana, donde hay inagotables
paisajes áridos y desolados.
Dado que se trata de una
producción del género de comedia, me pareció sumamente divertida en tanto que
es un género que está totalmente dentro de mi agrado. Las risas excesivas y la
sonrisa constante en mí, se debió tal vez a que, además de preferir l comedia,
hacía ya un rato que no me disponía a entretenerme con una poco de cine para
reír.
El hecho de que sea contado
sólo con movimientos, gritos, sonidos, silencios, hace que se torne totalmente
interesante, porque perder de vista un minuto la pantalla, significa perder el
hilo de la historia.
Está claro que fue
realizado en 1981, y me sorprende que en treinta años haya habido un avance
tecnológico estratosférico para lo que se proyectará en la pantalla. Con esto
quiero llegar a que muchos de mis compañeros nos reímos del feroz dinosaurio que aparece en determinadas
escenas, no tanto por el chiste entre los actores sino más bien por cómo luce
de falso, de “mal-hechote”, y mal manejado. Sus movimientos se ven demasiado
mecánicos y claramente se advierte que en las tomas long shot o full long shot recurren al montaje para dimensionar de
sobremanera su tamaño real.
Lo anterior no es crítica
negativa, sino que con ello comparo cómo se vería una escena actualmente con la
tecnología con la que contamos. Incluso, hasta habrían aumentado la perfección
de la belleza de Lar y Tala, interpretadas por Dennis
Quaid y Shelley Long, y no porque
lucieran un poco desarregladas (porque de feas no tienen un gramo) sino porque
los avances tecnológicos de qué nos sirven si no es para mejorar la casi
perfección.
Por las risas desmedidas le
doy cuatro estrellas
****
.
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